Sexualidad responsable

Iniciar la pubertad significa abandonar la niñez. La característica más importante de la pubertad, si bien no la única, es el conjunto de cambios fisiológicos que se van a presentar y, particularmente, la aparición de los cambios físicos de tipo sexual.

Dicho en una sola idea: en la pubertad el ser humano ya es capaz de la reproducción de su especie. 

El indicador más claro en la pubescente es el aparecimiento de la menarquía, esto es la primera menstruación. Y en el pubescente la aparición de la polución nocturna, o sea las primeras eyaculaciones que suceden, comúnmente, durante la noche al dormir.

Estos dos indicadores orgánicos señalan que el varón humano ya es capaz de fecundar a la hembra humana y pocrear. Precisamente por este aspecto es que en la pubertad se acaba la niñez.

La edad que comprende la pubertad es entre los 9 y los 13 años. Sin que estos datos se tomen como algo estrictamente rígido, ya que pueden haber un "más o menos" en estas edades. Los niños tienden a comenzar más tarde la pubertad al compararlos con las niñas.


Es posible, aunque no siempre ocurre, que en la pubertad se den las primeras experiencias de noviazgo. Muchos de estos noviazgos no pasan de ser de  "nombre", es decir, no presentan el contenido erótico y sensual que más adelante va a caracterizar el noviazgo en los adolescentes.

El noviazgo puberal es de miraditas indiscretas, conversaciones a solas, cartitas cargadas de romanticismo.


En la adolescencia el noviazgo adquiere un sentido más erótico y sensual. Hay más besos, más abrazos y más caricias. Y es aquí donde se puede correr el peligro de convertir una experiencia romántica en una experiencia sexual. Si las caricias avanzan y se convierten en caricias sexuales, la pasión se puede encender y se puede perder el control de la situación llegando a las relaciones coito vaginales. Lo que podría complicar el noviazgo que se vive.

O sea que la valoración del noviazgo no será el amor, la confianza, la felicidad, la seguridad, el respeto y la fidelidad; sino que puramente lo físico, lo meramente corporal, lo sexual genital.

La clave del asunto, entonces, no está en la prohibición, sino que en la POSTERGACIÓN. Es decir que no se debe basar la abstinencia en que "es prohibido o es malo" tener relaciones, sino que debido a que aún no es el momento hay que saber esperar un poco más.


Entonces, idealmente, uno de los límites que los adolescente deberían establecer con claridad al inicio de una relación de noviazgo es que las relaciones coito vaginales no deberán estar presentes si aún no se tiene la edad o la madurez psicológica para ellos. Esa madurez posiblemente se logra al llegar a la adecuada juventud, edad que comprende entre los 20 y los 30 años de edad.

En ese momento, en la juventud, es posible encarar de manera bastante adecuada las implicaciones de una vida sexualmente activa, ya que se han desarrollado las suficientes herramientas psicológicas que permiten enfrentar y resolver adecuadamente las diferentes responsabilidades que encara una vida sexual activa.

Es en la juventud donde se asumen de mejor manera y con mayor conciencia las consecuencias de una vida sexual, desde el aseo e higiene sexual, prevención de embarazos, prevención del contagio de enfermedades de transmisión sexual, hasta el embarazo y las implicaciones de criar y educar un hijo. ¡Algo para lo cual los adolescente no se encuentran preparados!



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